-Sé lo que estás pensando.
+¿Lo sabes?
-Sí, que soy una idiota.
+No estaba pensando en eso.
- Pues deberías pensarlo.
+¿Por qué?
Y un segundo más tarde, sin necesidad de genios ni de lámparas mágicas, en la oscuridad de una noche que no tiene ni lunas ni estrellas, él cumple el deseo de ella, que siente los labios del chico al que ama unidos a los suyos.
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